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Cuento-tráiler 7.

Yo. Equilibrista. Pértiga. Cuerda. Altura. Público. Tensión. Silencio. Paso. Uno. Dos. Tres. Viento. Oscilación. Murmullos. Controlo. Paso. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Traspié. Gritos. Caída. Suelo. Golpe. Lloro. Mamá. Brazos. Alza. Cama. Duermo. Cuerda. Paso. Ocho…

A propósito de yo 16.

Año 2020. El científico Óskar Bogusky ha realizado un descubrimiento revolucionario: el pensamiento es una onda que tiene la capacidad de influir sobre los demás. Los pensamientos de aquellos que nos rodean nos resultan tan esenciales como el propio oxígeno.

Bogusky es también la primera autoridad mundial en la enfermedad que asola el planeta. Una enfermedad que se ceba en los seres solitarios sobre los que nunca recaen los pensamientos de los otros.

Es el caso de Rosaura, una niña de diez años, sin familia ni amigos.

Rosaura ha dividido el mundo en dos espacios geográficos: DENTRO, el interior del hospital donde vive y se encuentra a salvo, y FUERA, el resto del mundo, un vasto territorio en el que, como un pez fuera del agua, sólo puede permanecer por tiempo limitado.

Y aquí surge el dilema: vivir encerrada en lugar seguro o salir y exponerse a la muerte para encontrar la única medicina capaz de curarla. Una medicina que está en todas partes…, o en ninguna.

Don es un relato sobre la esencial necesidad de apego y el terrible poder de la indiferencia. Dentro hay telépatas y sueños premonitorios, científicos de la psique, pensamientos envasados e intraterrestres ávidos de sentimientos humanos, y una niña solitaria y cautivadora en busca del poder sanador del afecto. Don es una vertiginosa aventura de las emociones.

También es mi primera novela. Y sale a la venta en marzo. Como la tirada y la distribución son limitadas, próximamente os informaré sobre cómo y dónde adquirirla.

Ficha técnica
Editorial: Grupo Ajec
Diseño de portada: Rosa González de Juan
Fotografía de portada: Alberto Ruiz-López
Formato: 22 x 15cm.
Páginas: 186
Precio: 10 €


Booktrailer 1

Booktrailer 2

Críticas de Don en la red

Listado de librerías

Cuento-tráiler 6.

Robo. Huida. Descampado. Pala. Excavo. Botín. Bolsa. Entierro. Señalo. Plan. Vuelo. Billete. Caribe. Mañana. Noche. Duermo. Levanto. Espejo. Sonrío. Equipaje. Pala. Puerta. Calle. Nevada.

Cuento-tráiler 5.

Niño. Globo. Suelto. Sube. Cabeza. Pelota. Melón. Manzana. Tomate. Ciruela. Cereza. Aceituna. Canica. Garbanzo. Conguito. Perla. Punto. Mota. Pum.

Agujeros de gusano 30.

Nada más nacer la mujer tiene ya entre setecientos mil y dos millones de ovocitos. El hombre no generará su primer espermatozoide hasta la pubertad. ¿Son las retrasos en las citas una revancha del subconsciente femenino por esos catorce años de espera?

Cuento-tráiler 4.

Conductor. Cruce. Frenada. Susto. Ira. ¡Lerda! ¡Lunática! ¡Capulla! Parking. Calle. Andando. Viento. Maceta. Golpe. Hospital. Urgencias. Quirófano. Cirujana. Sorpresa. Lerda. Lunática. Capulla. Anestesia.

El cerebro del lector es una caja fuerte que contiene emociones. Para abrirla hay que dar con la combinación correcta de palabras. Soy un caco de guante blanco.

Me encañona con la pistola. ¿Cual es el poema más complicado que existe?, dice. No sé, ¿una décima espinela? Bien, dice, tienes un minuto para componer una décima espinela que hable de mí. Si no me gusta, pum. Me enseña el crono y aprieta el botón de start. Me concentro. Sé que vivo en el presente, que el pasado y el futuro no existen. Lo sé. Sé que vivo en un instante sin fin, lo sé, pero ahora tengo que sentirlo, asumirlo, hacerlo mío. A los cuarenta segundos de su reloj he penetrado profundamente en la idea de que el tiempo es mentira y consigo abrir un paréntesis de nada y meterme en él, el equivalente temporal a que todo el mundo corra y tú estés quieto. El tiempo no existe en mi ahora, así que dispongo de todo el no tiempo del mundo para componer mentalmente los versos. Cuando termino, el crono aún marca cuarenta segundos. Recito el poema. Alucina. Quita el dedo del gatillo.


Las letras de la palabra “elefante” son los dientes de una llave que se introduce en la mente del lector para abrir un cajoncito que contiene la imagen de un elefante. Cada vez que escribes “elefante” estás haciendo una copia de la llave original. A veces, con las prisas, haces una copia defectuosa, y en la cabeza del lector se abre un cajón certeramente delirante: “POR FAVOR, NO DEN DE COMER A LOS ELEGANTES”. (Al hilo de esto, me pregunto si esa copia defectuosa de la llave de casa que un día me entregó el cerrajero abrirá una puerta mucho más interesante que la mía).

Llamo a la puerta y abre. Parece estupefacto. ¿Cómo me has encontrado?, dice. Llevo años llamando a puertas, digo. ¿Qué quieres?, pregunta. Lleva unos pantalones de pana, un jersey lleno de pelotillas, zapatillas de fieltro a cuadros. Teniendo en cuenta la creciente, imparable cantidad de adeptos que tiene me lo había imaginado con más glamour. Hablar con usted, digo. ¿De qué?, dice. No creo en Dios, digo con el propósito de caerle bien. No hago favores, se defiende, va contra mis principios. Lo sé, digo. ¿Es por lo de Haití?, concluye. No, digo, bueno, no sólo por eso. ¿Y ese, quién es?, señala a mi lado. Uno de mis lectores, digo. Tú puedes pasar, él tendrá que esperarte en el descansillo. Entro. El señor Azar cierra la puerta.

Es una necesidad esencial recibir de vez en cuando una palmada en el hombro por lo bien que haces tu trabajo. El hecho de que nadie haya dicho jamás: “Qué bien has limpiado el retrete, cariño”, explica el porqué de la brillantez culinaria de toda una generación de madres.

Leemos las palabras en bloque y no letra por letra. Por eso, a menudo no detectamos las erratas. Lo cual tiene una aplicación esclarecedora a la vida real: explica por qué creemos que sigue siendo “convivencia” algo que hace tiempo degeneró en “cnovivnecia”, por qué pensamos que sigue siendo “periodismo” algo que se ha convertido en “perdioismo”, que sigue siendo “gobierno” lo que se ha transformado en “gonierbo”, o “televisión” lo que en realidad es “tevelisión”, por poner unos pocos ejemplos de falsa percepción de las cosas.

(invito a los lectores a que aporten otros)

Todo empezó cuando “bueno” pareció insuficiente y para expresar “bueno” empezaron a decir “muy bueno”. Y luego “muy bueno” también se quedó corto y empezaron a decir “buenííísimo”. Y luego cambiaron a “superbueno”, y luego a “acojonante” y a “cojonudísimo” y a la “la polla de bueno” y a “la repolla de bueno”… Y llegó un momento en que la inflación léxica era tal que las palabras habían perdido todo su valor, así que tuvieron que inventar otro lenguaje en el que para expresar «bueno» sólo hubiese que decir «bueno».

Los libros de Galaxia Gutemberg tienen fama de impecables ediciones en las que las erratas brillan por su ausencia. Uno de sus competentes correctores de pruebas decía que para detectar erratas hay que aprender a visualizar cada palabra letra por letra y no en un golpe de vista como hace cualquier lector. Imagino a ese corrector abrir el libro y, como quien entra en una fábrica de tornillos, ponerse frente a la cinta transportadora a ver pasar letras. Que falta una, la añade. Que sobra una, la quita. Que hay dos intercambiadas, las recoloca. Al terminar la jornada apaga las máquinas, la cinta se detiene, las letras quedan quietas sobre la cinta, a oscuras, esperando a que vuelva el extraño operario de la corrección, ese anónimo hacedor de micromundos perfectos. Son quinientas mil letras y tal vez, algún día, por un milagro de la supervisión, todas estén en su sitio.

Palabras movedizas 14.

www.servidorsehaperdido.com

A propósito de yo 13.

Era un móvil y estaba tirado en el suelo. Sólo tenía letras. Pulsé las 4 letras de MAMÁ y escuché la voz de mi madre al otro lado de la línea. Corté y pulsé OBAMA. Hi, this is Barack. Colgué asustado. Entonces se me ocurrió una estupidez: marqué PAPÁ. ¿Hola?, escuché. ¿Papá?, dije incrédulo. ¿Antonio, eres tú? No pude seguir, no estaba preparado para entablar conversación con un hombre muerto. Luego pulsé YO. ¿Sííí?, escuché. Soy yo, dije, quiero decir tú. Lo sé, dijo él, y lo sé porque yo también soy tú. Colgué y marqué YO DENTRO DE DIEZ AÑOS con la ávida intención de conocer mi futuro. ¿Sííí? Soy yo, dije, quiero decir tú hace diez años. Sé quién eres, gritó, deshazte ahora mismo de ese teléfono. Hazme caso: hace diez años yo hice la llamada que acabas de hacer, hice las preguntas que quieres hacer y después me arrepentí de haberlo hecho. Colgó. Tiré el móvil a un contenedor. No sé si alegrarme o preocuparme.

Agujeros de gusano 28.

A ti, que no ves con buenos ojos a esos que vienen de otros países buscando un lugar donde poder sacar adelante sus precarias vidas, te recuerdo que una vez viajaste durante tres días desde la trompa de falopio a la cavidad uterina empujado por los mismos motivos.

Trivialidades 28.

Nadie le cuenta secretos. Tiene fama de saber guardarlos.

Palabras movedizas 13.

Grupo Ajec, editorial especializada en fantasía y ciencia ficción, acaba de editar mil ejemplares de la novela Artrópodos. Ignoro qué número de ejemplar es el que tengo en mis manos, y por eso mismo he decidido unilateralmente llamarlo Artrópodos 1. Si alguien piensa que Artrópodos 1 es igual a Artrópodos 2 o a Artrópodos 514, se equivoca. Ninguna novela produce idéntico efecto en dos lectores. Ninguna novela produce ni siquiera el mismo efecto leída dos veces por el mismo lector, teniendo en cuenta que ese lector varía constantemente y nunca es igual a sí mismo. A mí, Antonio Simón, o, dicho de manera más rigurosa, Antonio Simón 1, Artrópodos 1, el thiller que narra las peripecias de Juan Onésimo Cero y sucesivos, me ha resultado francamente entretenido. Creo que la primera novela de Luis Montero es un buen comienzo. Y me alegro, porque es amigo mío. A Luis le deseo que agote la edición, y a la editorial que se vea en la tesitura de clonar otros mil ejemplares que, por supuesto, no serán igual a los anteriores ni a sí mismos.

(por cierto, la forma más sencilla de adquirir un ejemplar es acercarse a una librería y encargarlo)

Agujeros de gusano 27.

Los libros son paisajes y los ojos pies que los recorren andando de letra en letra. A mucha gente no le gusta caminar, igual que a mucha gente no le gusta leer. En ambos casos ven esfuerzo sin recompensa. Por eso la gente que apenas anda o apenas lee, cuando anda elige rutas sin cuestas y cuando lee elige libros sin cuestas. Y así hay libros bestseller y caminos bestwalker. Cuando las piernas y los ojos están entrenados, las distancias y las cuestas no son un sacrificio y la vista que se disfruta al llegar allá lejos y allá arriba es espectacular. A mis hijas, cuando les da pereza empezar una caminata o un libro, las motivo diciéndoles que en algunos sitios del camino les espera algo especial. Ya llegará el día en que anden por el placer de leer y lean por el placer de andar.

Objetos impertinentes 6.

Hay una forma de acabar con la tele. A lo Alex DeLarge en La naranja mecánica: dejarla encendida una semana entera y obligarla a verse a sí misma colocándole un espejo delante.

Objetos impertinentes 5.

Sí, lo reconozco: aunque no quiera, no puedo evitar ver la tele varias veces al día. Cada vez que paso por el salón, el dichoso aparato entra en mi ángulo de visión.

Agujeros de gusano 26.

El pasado es presente en estado de descomposición. Lo que convierte nuestros recuerdos en residuos y a nuestra cabeza en un vertedero. Hay recuerdos orgánicos y biodegradables; se eliminan con facilidad (¿Qué fue lo que comiste ayer?), otros se descomponen dulce y perezosamente, como aquel momento especial de la infancia. Con los recuerdos orgánicos se hace un buen compost que abona y fertiliza la mente. El lío viene con los recuerdos inorgánicos, los que se oxidan: los recuerdos plástico, metal o vidrio, por no hablar de los recuerdos aceite usado que lo ponen todo perdido y hacen que veas la vida de color turbio. Una lavadora abandonada en una de las calles de nuestro cerebro contamina y entorpece de una manera espantosa. Cada vez que te topas con ella haces que no la ves y pasas de largo, pero está ahí. En tal caso se recomienda acudir a un asesor de reciclaje (puedes llamarlo psicólogo), te ayudará a deshacerte de ella. Todos tenemos una factoría de reciclaje en la cabeza. Da miedo pensar que un día pueda entrar en colapso, hipertrofiarse y devorarlo todo, pero todo todo, incluido aquel momento especial de la infancia que se descomponía con feliz parsimonia.

Agujeros de gusano 25.

Un vagón de metro es un paradigma de organización territorial. Dentro de él existe una jerarquía de espacios. El espacio más codiciado, el primero en ocuparse, son los asientos exteriores. Luego le toca el turno a los asientos interiores. Le siguen en el escalafón los huecos de las puertas que no se abren y las paredes. A partir de ahí está el centro del vagón, concurrida e inhóspita cañada real. Esta jerarquía de espacios se basa en un principio: la comodidad. Cada elección de lugar está condicionado por este principio y hay gente que se entrega a él con verdadero ahínco. A veces, sin embargo, un ocupante del primer espacio cede su sitio a uno del último. Cuando sucede, y estoy presente, ese que renuncia a su lugar preferente se gana un hueco en mi corazoncito y de esta manera asciende, sin saberlo, a un espacio invisible y claramente superior al resto.

A propósito de yo 12.

Era una calculadora y estaba tirada en una papelera. Me llamó la atención que en vez de números tuviera letras. Funcionaba. Pulsé al azar: L+A. La pantalla respondió LA. Sonreí. ¿Qué esperaba? Tecleé entonces COCHE+TORMENTA. Una secuencia de palabras palpitó en la pantalla: ACCIDENTE REFUGIO LAVADO ESCOBILLAS. Probé algo más personal: BELÉN+ANTONIO. La respuesta a mi ecuación de letras fue: LAURA Y MARÍA Y MARTA. Mis hijas. Pulsé una cuarta operación. No negaré que el dedo me temblaba: ANTONIO+MUERTE. La pantalla resolvió al instante: 3 DE DICIEMBRE DE… Cerré los ojos, incapaz de leer más, y arrojé la calculadora a la basura. Ahora me arrepiento de no haber seguido leyendo: cada 3 de diciembre es una agonía.

Agujeros de gusano 24.

Los entes más complejos en la escala evolutiva son las sombras, que no son simples proyecciones de nosotros y de las cosas sino justamente al revés: nosotros somos las figuras en tres dimensiones que arrojan las sombras. Infinitamente más inteligentes que nosotros, viven en un plano espiritual rotundamente superior. Cada movimiento que hago responde a una acción decidida previamente por la sombra, cada pensamiento es un pálido reflejo de su mente. Todos los días, decenas de sombras deciden disgregarse y decenas de jarrones caen y se rompen en múltiples fragmentos. Las sombras responden a una lógica compartida, lógica que determina el movimiento del sol y de los planetas y del universo entero.

Agujeros de gusano 23.

Nos piden que consumamos más para salir de la crisis y nos ponen un nuevo impuesto por generar basura con lo que consumimos.

A propósito de yo 11.

El día que me muera quiero que me incineren y que esparzan mis cenizas en uno de los paisajes de Miyazaki.

Agujeros de gusano 22.

La diferencia que hay entre respetar el planeta y amar el planeta es la que hay entre no tirar basura al suelo y recoger la que tiran otros.

Agujeros de gusano 21.

Ahora que José Luis López Vázquez ha muerto, ¿ha entrado definitivamente en la cabina o ha salido definitivamente de ella?