Queridos lectores, acercaos, sentaos sobre vuestros cojines al calor de la lumbre y poneos cómodos. Os contaré cómo fue la cosa. Hubo un hombre que tocaba el piano con los pies. Tal vez hayáis oído hablar de él. El pieanista, le llamaban. ¿Os suena? Claro que no, son cosas que pasaron hace mucho tiempo. El pieanista era un virtuoso tocando con los dedos de los pies y se hizo famoso por eso. Es decir, se hubiera hecho famoso sólo por eso de no ser porque además lo hacía en mitad de la calle, inasequible al tráfico y a las inclemencias del tiempo. ¡Sacad la música de los salones!, era su grito de guerra. Un día se instalaba en una glorieta, al otro en una avenida, iba de aquí para allá con su piano con ruedas y sus pies sin zapatos. Los que han escuchado la historia de los que han escuchado la historia de los que presenciaron los hechos dicen que era un espectáculo verlo y que, alguien, para protegerlo de los conductores lanzados, colocó una rudimentaria señal de aviso junto a la carretera, un dibujo esquematizado que venía a decir: No corras, el hombre que toca el piano con los pies está aquí. Cundió el ejemplo. Las calles se llenaron de señales que advertían de la presencia del pieanista.
Aún y todo, sucedió: un conductor borracho estrelló su Ford T contra el músico y lo empotró contra su piano.
Otro alguien, o tal vez el mismo que había puesto la primera señal, pintó unas teclas blancas en el suelo en señal de duelo. Cundió el ejemplo. Las calles se llenaron de teclas blancas allá donde se erigían las señales. La gente pasaba por encima de ellas, pisándolas tal y como lo habría hecho el pieanista. Los coches participaban en el homenaje en silencio: se detenían ante las teclas y esperaban a que los peatones cruzaran la calle sin tocar el claxon. Las autoridades no se atrevieron a quitar las señales ni a borrar las teclas que, con el tiempo, pasaron a ser parte del paisaje urbano.
Desde entonces, los viandantes, en vez de cruzar la calle a lo loco, lo hacen por encima de las teclas, a ritmo, marcando en cada paso el compás, poseídos por un swing especial que se esfuma nada más llegar a la acera. Seguro que tú también lo has notado. De hecho, ese swing especial que lo acompaña a uno en los pasos de cebra, es algo que ya no se siente en los nuevos pasos, esos con cuadrados a los lados y un grande y triste e imperdonable vacío en medio.
Simplemente, una historia preciosa. Gracias por hacerlos soñar y hacernos pensar que este mundo no tiene por qué ser como nos lo imponen, sino como queremos que sea.
Gracias, Merlin. Ese es exactamente el espíritu de este blog.
Los pelos de punta, y los ojos ahogados asi me has dejado al leer este trozito de libertad…
muy bueno.
Bienvenido, burlon, y gracias.
Caí en esta historia casi casualidad y quizo el mapa del destino regalarme un toque de teclas con pies, musical y bellisimamente contado.
Gracias!
NAtalia, desde Argentina
Natalia, el hombre que tocaba el piano con los pies levanta las manos del teclado y te da la bienvenida. Gracias a ti.
Que historia. Gracias por recordarnos de quien es el piano. Saludos.
Espero que coincidan autor de cartel 44 Jazzaldia con historia del hombre que tocaba el piano con los pies… yo participé en ese concurso y buscando imágenes de piano vi ésta, y ahora resulta que gana un cartel que plagia esta idea…
y había carteles mejores…
1- sería un plagio de esta obra
2- el cartel estaría mal pintado (el paso de cebra)
3- si se intenta representar el teclado de un piano, decir que no es del todo exacto porque son teclas negras por grupos de 3 y 2, y no de manera uniforme, … pero en el fondo la idea es buena… aunque sólo la original… y no el plagio (suponiendo que sean autores diferentes)
Hola, Peibol. Te confirmo que somos autores diferentes. Acabo de ver el cartel. La verdad es que -sea coincidencia o influencia- el cartel está bonito y mola la composición.
…Magnifico! Cuanta Creatividad!
Felicidades y gracias por esta maravilla.
me alegra que te guste el blog, azul. gracias y bienvenid@
Un texto fresco, brillante….vivo.He vuelto a leer algunos de tus viejos cuentos y me alegro de volver a encotrarte…
Maribel SR
Faltaba yo! jo y soy fan tuya, pero claro, desde la clandestinidad, ahora ya es oficial!
Gracias
Muy bien, Lorena, encantado de que dejes aquí tu huella.
Besos.
leerte en esta historia, recuperar la vista, sentir la belleza de las ideas sobre la espalda despues de un pesado dia sin poesia
gracias
genial !!! como siempre